
ABRIL 15 de 2022
DUODÉCIMA ESTACIÓN
Jesús muere en la Cruz
V /. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Mc 15, 33-34. 37-39
<<A la hora nona, Jesús clamó con voz potente: «Eloí Eloí, lemá sabaqtaní» (que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»)… Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios>>
En esta estación vamos a contemplar la realidad del HAMBRE
El Papa Francisco ha dicho “Mi mayor preocupación es la tragedia del hambre en el mundo. Hay que dar de comer a los hambrientos” El hambre es la vergonzosa cruz de nuestro mundo. Un mundo de opulencia, de derroche para una minoría, y de escandalosa miseria para una mayoría.
Una cruz que se oculta, y se silencia con la indiferencia. “El desperdicio de alimentos no es sino uno de los frutos de la cultura del descarte que a menudo lleva a sacrificar hombres y mujeres a los ídolos de las ganancias y del consumo;
un triste signo de la globalización de la indiferencia” (…) Este sistema injusto afirma el Papa “se debe cambiar con pasión e inteligencia, pero sin violencia”. Y en Amoris Laetitia denuncia contundente que “Es inaceptable que las iglesias locales sufran presiones en esta materia y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan el “matrimonio” entre personas del mismo sexo»”
Los hambrientos nos siguen gritando ¿Por qué me has abandonado? Reconozcamos que verdaderamente son hijos de Dios, y actuemos como hermanos en cambiar este sistema que crucifica con la ignominia del hambre.
V /. Señor pequé.
R /. Ten piedad de mí y de todos los pecadores.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria