
ABRIL 15 de 2022
SEGUNDA ESTACIÓN
Jesús condenado a la muerte
V /. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R /. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Mt 27, 27-31
Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo:
«¡Salve, Rey de los judíos!». Luego lo escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella en la cabeza. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar.
En esta estación vamos a contemplar la realidad de la FAMILIA
Señor, el Papa Francisco en la exhortación Amoris Laetitia nos dice que: “Ante cada familia se presenta el icono de la familia de Nazaret, con su cotidianeidad hecha de cansancios y hasta de pesadillas, como cuando tuvo que sufrir la incomprensible violencia de Herodes, experiencia que se repite trágicamente todavía hoy en tantas familias”.
Como los magos, las familias son invitadas a contemplar al Niño y a la Madre, a postrarse y a adorarlo (cf. Mt 2,11). Como María, son exhortadas a vivir con coraje y serenidad sus desafíos familiares, tristes y entusiasmantes, y a custodiar y meditar en el corazón las maravillas de Dios (cf. Lc 2,19.51). En el tesoro del corazón de María están también todos los acontecimientos de cada una de nuestras familias, que ella conserva cuidadosamente. Por eso puede ayudarnos a interpretarlos para reconocer en la historia familiar el mensaje de Dios.
Sí Señor, la FAMILIA es el centro de nuestras alegrías más profundas, pero también es lugar donde la cruz está presente en el día a día, pero TÚ nos lo has puesto fácil, te hiciste FAMILIA y nos mostraste cómo cargar y llevar esa Cruz.
Tu familia, desde el principio, tuvo que cargar con la cruz de la incomprensión, del rechazo y de la pobreza; pero con María y José nos enseñaste a afrontar la cruz con coraje y serenidad.
Acoger la cruz con generosidad y, cómo no, con alegría, sabiendo que, al hacerlo así, te estamos imitando, es la señal de las FAMILIAS cristianas.
Ayúdanos Señor a entender que la Cruz de nuestras circunstancias familiares son oportunidades para estar más cerca de Ti.
Señor, como María, queremos aprender a meditar y guardar en el corazón cada una de estas oportunidades y a acoger generosamente, como María, el sufrimiento de otras familias.
Dice el Papa Francisco:
“Es tan grande el valor de una vida humana, y es tan inalienable el derecho a la vida del niño inocente que crece en el seno de su madre, que de ningún modo se puede plantear como un derecho sobre el propio cuerpo la posibilidad de tomar decisiones con respecto a esa vida, que es un fin en sí misma y que nunca puede ser objeto de dominio de otro ser humano”.
Pedimos al Señor en esta estación que nos ayude a nosotros y a todos los hombres, a agradecer, valorar y defender el don de la vida en todas sus fases, desde el momento mismo de la concepción.
V /. Señor pequé.
R /. Ten piedad de mí y de todos los pecadores.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria